El azul es el color de lo sagrado. Un pintor tiñe el extenso espacio del amate con este divizado pigmento que tiende a transfigurarlo todo con su tacto. Cobrará vida el viento si el pincel lo traza y un aroma previo en nuestras mentes se percibirá en la dibujada flor. Aun las fisonomías más extravagantes surgirán como humo blanco que se enredará en nuestros ojos con suave cadencia. El azul es un color sacro porque nos muestra fidedignamente lo oculto, donde lo aparente se disipa en lo real y lo real en lo aparente hasta mimetizarlos, fundirlos, hacerlos uno. Todo sufre un cambio de esencias, de texturas según escarba la luz las superficies. Los volúmenes y las formas se complementan hasta sugerirnos cierta fugacidad que afecta directamente a los objetos y a los hombres. El pintor es el médium que a través de sus creaciones nos facilita la entrada para mirar de frente el lado oculto de lo que existe. |
            
Sus orígenes se entrelazan con la Meseta de Oaxaca, Ixtlán y Guelatao bien resguardados por la Sierra Juárez; sus antepasados creían que habían nacido directamente de las piedras, de los álamos y los jaguares. Habiendo practicado el dibujo hasta adquirir el dominio de las ondulantes líneas, consiguió absorber la táctica de las artes plásticas y pulimentó una técnica propia escribiendo con glifos e imágenes, rediseñando códices que son como la llave para entrar a esos mundos que seguirán deslumbrando nuestra más aventurada imaginación. Nombres ilustres como el de José Vasconcelos, Beníto Juárez o Lila Downs han sido forjados en Oaxaca, concebidos por esa tierra de mágia extravagante, bella, mitológica. La fiesta de la Guelaguetza es una síntesis de su entera pasión por la vida. |
            
Es en esa tierra de contrastes en la que se le otorga al azul, como un segundo bautismo, la denominación final y conclusiva que abarca desde el añil, el cobalto y el prusia. Cualquier azul posible se resume y se totaliza en el Azul Oaxaca, llamado así por la misma escuela homónima que ya tiene una tradición irrefutable en la República Mexicana. La escuela oaxaqueña basa todo su potencial en este color primario absoluto de la sapiensa, de la meditación y las inspiradoras cavilaciones al aire libre. |
            
Oaxaca tiene cielos limpios, resplandecientes infinitos donde la luna no tiene restricciones para recibir nuestras alabanzas. Ya no habrá condición que intervenga entre los hombres y su aperlada diosa. Su circunferencia recrea la composición armónica de los elementos, es la forma circular en estado puro y el azul oaxaca va junto a ella con solemne fidelidad, como ferviente devoto. A diferencia de una búsqueda astrológica, la búsqueda de Emilio ha sido una travesía en los paisajes y el panorama plástico de su Oaxaca natal, una búsqueda ceremoniosa hacia lo desconocido. |
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